No debes preocuparte: tendrás tu Judas en el momento adecuado o alguien de mirada oblicua te pondrá en la palma de la mano las treinta monedas sangrientas y te exigirá que seas tú el que administre el beso sacrificial.
Por mucho que te esfuerces en tu trabajo, en construir realidades consistentes para los demás, y compareces ante la gente con la mejor sonrisa y la mirada, no podrás evitar caer en la desgracia, en desgracia.
Siempre hay quien encuentra en la vida su momento, el adecuado para ascender y gobernar sobre tus actuaciones; y a éste no le provoca ninguna satisfacción, ha nacido para ello, o todas las inquietudes.
La gente que te rodea define tu situación con la frase hecha: “te han crecido los enanos”. Debes reconocer y hacerles saber, que los enanos no crecen, sólo se cabrean (y mandan a sus superiores que te den bambú)
Llegado a este momento, supuestamente debes sentir miedo, pánico, temor, no al enano cabreado, sino a todos los que te rodean reverencialmente, reverentemente, a los que debéis temer sin duda.
El enano cabreado que nunca crecerá, evitará emplearse a fondo contigo, que quien manda, no se puede manifestar bárbaro al público, que se alimenta de sonrisas. Manda a otros, a sus huestes hurañas rabiosas a que muerdan y exijan tu expulsión o te canses para que abandones el barco en mitad de la noche, a mitad de camino, en mitad de la nada.
No valdrá tu voz sincera y verdadera exigiendo defensa ante la voracidad que anida en las palabras perversas de los conversos, que te atacan a ti como un virus rústico deforme.
Quieren permitirte la única salida: alejarte baldío aconsejando a quien se queda paciencia y buen hacer y suerte de no caer en desgracia ante el enano que se cabrea y que nunca crece. No valdrá como dique ni tu buen hacer ni tu buen trabajo ni que construyeses realidades consistentes o la mejor de las sonrisas con la que siempre compareces ante los demás.
Una mañana te levantarás y el Judas que te tocó en suerte cumplirá su ineludible misión, estampar en tu rostro el beso anunciatorio.
O lo que resulta execrable, encontrarás reposando en la palma de tu mano las treinta monedas de la delación.
Por mucho que te esfuerces en tu trabajo, en construir realidades consistentes para los demás, y compareces ante la gente con la mejor sonrisa y la mirada, no podrás evitar caer en la desgracia, en desgracia.
Siempre hay quien encuentra en la vida su momento, el adecuado para ascender y gobernar sobre tus actuaciones; y a éste no le provoca ninguna satisfacción, ha nacido para ello, o todas las inquietudes.
La gente que te rodea define tu situación con la frase hecha: “te han crecido los enanos”. Debes reconocer y hacerles saber, que los enanos no crecen, sólo se cabrean (y mandan a sus superiores que te den bambú)
Llegado a este momento, supuestamente debes sentir miedo, pánico, temor, no al enano cabreado, sino a todos los que te rodean reverencialmente, reverentemente, a los que debéis temer sin duda.
El enano cabreado que nunca crecerá, evitará emplearse a fondo contigo, que quien manda, no se puede manifestar bárbaro al público, que se alimenta de sonrisas. Manda a otros, a sus huestes hurañas rabiosas a que muerdan y exijan tu expulsión o te canses para que abandones el barco en mitad de la noche, a mitad de camino, en mitad de la nada.
No valdrá tu voz sincera y verdadera exigiendo defensa ante la voracidad que anida en las palabras perversas de los conversos, que te atacan a ti como un virus rústico deforme.
Quieren permitirte la única salida: alejarte baldío aconsejando a quien se queda paciencia y buen hacer y suerte de no caer en desgracia ante el enano que se cabrea y que nunca crece. No valdrá como dique ni tu buen hacer ni tu buen trabajo ni que construyeses realidades consistentes o la mejor de las sonrisas con la que siempre compareces ante los demás.
Una mañana te levantarás y el Judas que te tocó en suerte cumplirá su ineludible misión, estampar en tu rostro el beso anunciatorio.
O lo que resulta execrable, encontrarás reposando en la palma de tu mano las treinta monedas de la delación.
2 comentarios:
Judas tiene muchos apellidos.
menos Iscariote, el resto del abecedario
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