jueves, 15 de noviembre de 2007

Señor Filósofo, ¡corra!


Cuando al caminar por la calle, cualquiera sea – desde impuros callejones orinados por variada gama de canes a floreada avenida iluminada hasta los recovecos -, observéis al hombre de deambular abstraído y con una dejación del sentido común brillando en sus ojos, distraído, y con un aire distinguido, e, inclusive, diríase marcial; recio el porte y cara de elocuencia, raro bigote o andares que patidifusos; o la mirada frontal, con las manos sobre la barbilla o contra la oreja y parece estar diciéndonos algo como: ”el ‘ser-triste’ es una forma de ser que pretendidamente concluye de la acción transgresora de la realidad tal como se entiende desde el ‘ser-normal’” o simul: podéis resoplar – os encontráis ante un filósofo.
Filósofo – estatuaria palabra que provoca, e invoca, el sofión en el público acontecer, mas enciende e inflama soflamas en quien se la arroga como ejercicio. ¿Qué significa? - y, con probabilidad, sea esto ya, en evidencia, filosofía -: nada, o presunción y vacuidad o un camino plagado de cadáveres. Innúmeros son los muertos que abonan las ideologías que han perpetrado tanto el individualismo como el colectivismo – aunque a los señores filósofos no han de bastarles nunca.
¿ Qué hacen? Ellos dirán que tratar de comprender la realidad en su totalidad y comunicarla al resto del mundo, a fin de cuentas: trátase de hacer la vida, o la muerte o la transcendencia y cómo quiera que pretendan denominar a su inductil objeto de estudio y hacerlo más inteligible. En verdad: girar sobre sí mismos, mirándose el ombligo, aupándose sobre sus hombros para gritar más alto su, pretendido y pretencioso, mensaje – y de esta manera no hace más que soslayar el mundo que se ve y, simpáticos ellos, le dan la vuelta, del revés: el mundo y la gente van al contrario; y, aquí, en este momento, comienza su trabajo: convencer (seglar párroco civil) de que él es la rectitud, el buen camino, la luz (cuando el señor filósofo llega al paroxismo): y el resto del mundo ha de comprenderlo para ponerse de pie o derecho a su manera; en verdad: puro delirio que le consuela de su fracaso y que lo hará pasar por una incomprensibilidad de los fundamentos de la teoría que expone y por una falta de referencia en lo real del lenguaje que utiliza o, bien, en la mixtificación pura y dura, como una ratificación de su propia teoría.
¿Qué dicen? Le dan innúmeros nombres – constructos, filosofemas, discursos, investigaciones, tratados -; de verdad: banalidades, recubiertas de bellas arquitecturas: palacios ideales en los que aprisionan la experiencia y la ahorman a su parecer – por cierto, en el que suelen perecer a consecuencia de la angustia que padecen por mor de la evidencia de que nadie más que ellos en esa convicción y creencia, enfermedad que se denomina: “esclerosis mental de idealidad” o estulticia, sin más.
¿Cómo lo dicen? Pretenden comulgar con la gente normal, partir de los presupuestos más humanos para transcenderlos hacia la necesidad del progreso de esa humanidad; lo curioso comienza cuando verdaderamente encuentra al resto del mundo: busca otro camino, atajos, senderos nuevos – mas, en verdad, trátase de obviar al mundo: el ‘buen’ filósofo ha de ser el incomprendido social; así, acusa de laxo al resto del mundo que le recusa su leso mental y replica con una falta de nexo entre teoría y praxis, a lo cual se le responde que no existe por su parte pertenencia al plexo social.
El señor filósofo rezuma vanalidad en sus delirios banales, persiste en su mirarse el ombligo y pretencioso pretende que debemos entender su tendencia: en eso consiste la labor intencional del resto de la humanidad – porque nunca han mirado a los ojos al hombre de carne y hueso, al hombre sencillo, pastor de su rebaño, y no han visto el brillo en sus ojos cuando pregunta por el mar: hay más filosofía en ese brillo, que en todos los tratados o soflamas filosóficas a las que podamos pretender dar inteligibilidad.
Hay otro tipo de filósofos – mas están recusados y acusados, no merecen consideración, tipos en lo peyorativo.Por cierto, yo también ejerzo de filósofo – sin esquina o en lo peyorativo.

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